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Mariquita, libélula, luciérnaga… todo lo que necesitas saber sobre los pequeños insectos del verano

Cuando hace buen tiempo, estas pequeñas criaturas familiares revolotean y corretean por prados, campos y jardines.

La mariquita, la bestia de Dios.
Existen multitud de especies conocidas como mariquitas. Entre los seis mil registrados en el mundo, los más comunes en nuestras latitudes tienen cinco o siete manchas negras sobre su caparazón rojo. Según la tradición, la primera especie evoca las cinco llagas de Cristo. El segundo recuerda el número de días de la semana y los siete sacramentos requeridos por la Iglesia católica. Los apodos más extendidos, bestia de Dios, vaca (o gallina) de Dios y caballo de la Virgen, provienen pues de este simbolismo bíblico. La mariquita también se llama catherinette en champán y barboulotte en morvan. De hecho, estos escarabajos se alimentan de pulgones y otras cochinillas que son perjudiciales para los cultivos. Por tanto, su dieta ha convertido a las mariquitas en aliadas históricas de los jardineros. Esta mano amiga bien valió algunos pequeños apodos bonitos…

La libélula, un carnívoro frágil
Este insecto vuela sobre cuerpos de agua con gracia, silencio y velocidad, agitando sus cuatro alas nervadas y traslúcidas. El anatomista Georges Cuvier nombró a esta especie libélula en 1798. Esta palabra evoca su vuelo muy recto (del latín libella que significa nivel). Una subespecie, de abdomen muy alargado, recibe el sobrenombre de “la damisela”. Al observarlo más de cerca, notamos sus grandes ojos saltones y su aparato bucal rechinante. Gran consumidora de insectos, ¡esta señora preferiría parecerse a un carnicero!

La luciérnaga, una mosca de fuego.
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