Frente a estas limitaciones, la ingeniería genética ofrece nuevos caminos. Al proporcionar instrucciones precisas a las células, los científicos pueden activar genes virales concretos sin dañar al resto del genoma ni comprometer la viabilidad celular.
Estrategia para hacer visible al VIH oculto en las células
El presente estudio describe dos enfoques complementarios. El primero encapsula en nanopartículas lipídicas un mRNA que codifica la proteína virulenta Tat, responsable de potenciar la transcripción del VIH. El segundo transporta las tres piezas del sistema CRISPR‑SAM (dCas9‑VP64, MS2‑p65‑HSF1 y guías RNA) dirigidas al promotor viral.
Cuando la nanopartícula ingresa en un linfocito T en reposo, su membrana se fusiona con la célula y libera el mRNA en el citosol. De este modo, la célula produce la proteína Tat o el complejo CRISPR activador, ambos capaces de desbloquear la maquinaria viral y reanimar la transcripción del provirus latente.
Lo notable es que las nanopartículas —denominadas LNP X— transfectan hasta el 76 % de los linfocitos T sin necesidad de pre‑estimular las células, algo inédito hasta ahora. Además, la activación viral ocurre sin inducir marcadores de activación inmunitaria ni toxicidad relevante.
Nanopartículas lipídicas y mensajeros genéticos
Las LNP X combinan el lípido ionizable SM‑102 y β‑sitosterol, un análogo del colesterol que mejora la entrega de ARN. En la solución acuosa externa, la carga positiva de SM‑102 se apaga, reduciendo la toxicidad. Una vez dentro del endosoma ácido, el lípido se protona, destabiliza la membrana y libera su carga genética.
Gracias a este diseño, las LNP X superan el tradicional problema de “escape endosomal”, llevando el mRNA directamente al citosol. La rápida traducción de Tat o de los componentes CRISPR inicia un bucle positivo: aumenta la elongación de los transcritos virales y se completan los ARN mensajeros que codifican para proteínas estructurales.
Las mediciones digitales RT‑PCR mostraron incrementos de 112 veces en los transcritos Tat‑Rev y de hasta 100 veces en los fragmentos PolyA, parámetros considerados predictores de producción viral. Sin embargo, los autores no detectaron una reducción inmediata de ADN proviral intacto, lo que sugiere la necesidad de combinar la estrategia con potentes respuestas inmunitarias.
Resultados clave: activación sin toxicidad
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