Además, este gesto favorece la circulación sanguínea en la zona baja del abdomen, pelvis y piernas, lo cual puede ser especialmente útil para quienes sufren de piernas cansadas o hinchazón al final del día.
Desde el punto de vista emocional, el estiramiento de rodilla al pecho tiene un efecto relajante sobre el sistema nervioso. Al realizarlo de manera consciente, respirando profundo y lento, se activa la respuesta parasimpática del cuerpo, lo que reduce los niveles de cortisol, calma la mente y facilita la transición hacia el sueño. Muchas personas lo incorporan a su rutina nocturna como una forma de cerrar el día, liberar tensiones acumuladas y preparar el cuerpo para un descanso profundo y reparador.
Incorporar este sencillo estiramiento cada noche puede marcar una gran diferencia en cómo te sientes al despertar. Es una práctica accesible, no requiere equipo ni experiencia previa, y puede convertirse en un ritual de autocuidado que transforma tu calidad de vida desde el primer día.
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