Aunque no siempre se pueden evitar por completo, existen hábitos que ayudan significativamente a reducir la frecuencia e intensidad de los calambres nocturnos.
1. Hidrátate bien durante el día
Beber agua de forma regular es fundamental para prevenir desequilibrios electrolíticos. No esperes a tener sed para tomar líquidos y evita el exceso de bebidas con cafeína o alcohol, que pueden favorecer la deshidratación.
2. Realiza estiramientos antes de dormir
Estirar suavemente los músculos, especialmente los de las piernas, ayuda a relajarlos y mejora la circulación. Intenta estiramientos de pantorrillas, muslos y pies durante 5 a 10 minutos antes de acostarte.
3. Cuida tu alimentación
Incluye alimentos ricos en magnesio (como almendras, espinaca y aguacate), potasio (como plátano, papa y melón) y calcio (como yogur, sardinas y brócoli). Estos nutrientes son clave para una función muscular saludable.
4. Usa un calzado adecuado
Zapatos incómodos o sin buen soporte pueden afectar la postura y la forma en que los músculos trabajan durante el día, contribuyendo a la aparición de calambres al descansar.
5. Mantén un peso saludable
Perder peso, si es necesario, puede aliviar la presión sobre las extremidades inferiores, especialmente durante la noche.
6. Evita el sedentarismo extremo
Estar muchas horas sin moverse también puede afectar la circulación y la función muscular. Si trabajas sentado, levántate y camina cada hora para reactivar el flujo sanguíneo.
7. Consulta a tu médico si tomas medicamentos
Si tomas medicamentos de forma crónica y has notado la aparición de calambres, es importante comentarlo con tu médico. Podría ajustar la dosis o recomendar una alternativa.
8. Suplementos, solo si es necesario
En casos de deficiencias comprobadas, un médico puede sugerir suplementos de magnesio, potasio o calcio. Nunca tomes estos productos por tu cuenta sin una evaluación profesional.
Qué hacer si te despiertas con un calambre
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