Preparación
En un recipiente, hidratá la gelatina sin sabor con las 10 cucharadas de agua fría. Dejála reposar unos minutos y luego disolvela según indique el envase (podés calentarla unos segundos en el microondas o a baño maría).
En el vaso de la licuadora, colocá la crema de leche, la leche condensada y la leche en polvo. Licuá todo durante 2 minutos hasta que se forme una mezcla lisa y cremosa.
Sumá la gelatina ya disuelta a la preparación y batí unos segundos más hasta integrar bien.
Cortá las galletitas wafer en trozos medianos, no hace falta que queden iguales. Agregalas al bol con la mezcla cremosa y mezclá con una espátula para que se repartan bien.
Volcá todo en una fuente o molde apto para heladera. Nivelá un poco la superficie y llevá a enfriar por al menos una hora, o hasta que esté bien firme.
Una vez frío, podés servirlo directamente desde el molde o desmoldarlo si lo hiciste en una budinera desmontable.
Consejos:
Usá galletitas wafer con relleno de vainilla, chocolate o limón, según tu gusto. También podés usar obleas comunes si querés una versión más liviana.
Si querés darle un toque especial, espolvoreá coco rallado o ralladura de limón por encima antes de llevarlo a la heladera.
Este postre también se puede hacer en porciones individuales usando vasitos descartables o frascos chicos.
Para un extra de textura, agregale pedacitos de frutas como duraznos en almíbar o frutillas frescas.
Se conserva en la heladera hasta 3 días sin problemas. No lo congeles, ya que puede perder la textura cremosa.
Un postre simple, rendidor y sin complicaciones.
Ideal para esos días calurosos donde querés algo dulce pero sin prender el horno. Probalo y seguro lo vas a repetir.
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