Como siempre, el mejor remedio es la prevención aunque entendemos que algunos percances son inevitables. Y en el caso de gafas infantiles, muchas veces imposible.
No obstante una serie de buenos hábitos minimizarán el riesgo:
Fuera de casa, cuando no uses tus gafas, mételas en su funda o al menos enróllalas en una gamuza o si no llevas, un kleenex. Si las vas a meter directamente en el bolso o mochila y no tienes con qué protegerlas, al menos coloca la parte exterior de la gafa contra la tela interior de tu bolsa y no enfrentada al resto de contenido como llaves, monedero, etc, que pueden acabar arañándolas con el roce.
Cuando estás en casa o te quitas unos instantes las gafas, apóyalas siempre dobladas con la lente hacia arriba. Asimismo, déjalas siempre en el mismo sitio, bien visibles y donde no se puedan caer.
Límpialas adecuadamente con agua y jabón para evitar que cualquier elemento que se haya podido quedar enganchado cause arañazos en los cristales de tus gafas de sol o tus gafas graduadas.
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