Fumar y beber en exceso no sólo son perjudiciales para la salud general, sino también para el cerebro. El tabaco perjudica la circulación sanguínea y aumenta el estrés oxidativo, lo que daña las células cerebrales. El alcohol, en grandes cantidades, daña la memoria y puede causar daños duraderos.
Otro factor que a menudo se olvida es el traumatismo craneoencefálico. Los estudios han demostrado que las personas que han sufrido un golpe en la cabeza, con resultado de pérdida de conciencia, tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida. Usar casco al andar en bicicleta o hacer que el entorno doméstico sea más seguro no es nada trivial.
Aunque todavía no existe cura para el Alzheimer, es posible tomar medidas preventivas. Cambiar ciertos hábitos, reducir la exposición a riesgos, mantener la memoria y la salud general pueden realmente marcar una diferencia. Lejos de ser inevitable, la enfermedad de Alzheimer puede retrasarse, o incluso evitarse, adoptando un estilo de vida más saludable.
Gracias a todos los que leen estas líneas
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