A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta innumerables cambios, algunos previsibles, otros más sorprendentes. Un cambio notable, aunque a menudo pasado por alto, es la mayor visibilidad de las venas, especialmente en las manos, brazos, piernas e incluso el pecho. Si bien las venas prominentes pueden parecer alarmantes para algunos, este fenómeno suele ser una parte natural del proceso de envejecimiento.
Piel más fina y pérdida de colágeno
Una de las principales razones por las que las venas se vuelven más visibles con la edad se debe a los cambios en la piel. A medida que envejecemos, la producción de colágeno y elastina (proteínas que mantienen la piel firme y elástica) comienza a disminuir. La piel se vuelve más fina, menos flexible y más transparente. Con esta reducción de grosor, las venas subcutáneas ya no están tan disimuladas y se ven más prominentes.
Además, la grasa subcutánea disminuye con el tiempo. Esta grasa subcutánea antes actuaba como un colchón que ocultaba los vasos sanguíneos. Con menos grasa, es más probable que las venas se vean a través de la superficie de la piel.
Disminución de la elasticidad de las paredes venosas
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Otro factor es el debilitamiento gradual de las propias venas. Las paredes y válvulas venosas pierden fuerza y elasticidad con la edad, lo que dificulta que la sangre fluya eficientemente de regreso al corazón, especialmente desde la parte inferior del cuerpo. Esto puede provocar la acumulación de sangre en las venas, haciéndolas hinchadas y más visibles.
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