El clavo, una especia con una rica historia y diversos usos, se deriva de los botones florales del clavo secados al sol, lo que los hace marrones y duros con un sabor picante y picante. Con más de 2.000 años de uso en Asia con fines medicinales y culinarios, el clavo ganó popularidad en Europa durante la Edad Media, rivalizando incluso con la pimienta en términos de fama.
Curiosamente, el 95% de la producción mundial de clavo se destina a la fabricación de cigarrillos indonesios, a pesar de su uso culinario generalizado. La fragilidad del clavo y la práctica de cosechar sus brotes antes de que emerjan los pétalos, que generalmente comienza en el octavo año del árbol, contribuyen a esta situación única.
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